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¿QUÉ SON LOS PARAPENSARES?

Los parapensaers son frases 'para pensar el lenguaje' y surgen del juego de palabras, de la tergiversación, del amplio espectro de matices que abarca el humor, del pensar en serio y del decir sin pensar. Deben mucho en su génesis a la lectura de las Greguerías de Gómez de la Serna y a los Aerolitos de Carlos Edmundo de Ory.

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La cuestión de explicar lo que uno hace a veces resulta complicada, porque uno ha de volverse teórico de su propia praxis, y en este caso eso se convierte en que el artista ha de explicitar su poética, cuando él crea sin necesidad de dicha explicitación. Sirva esto para decir que no he pensado seriamente sobre los parapensares, pero que improvisaré algunas intuiciones sobre ellos dada la ocasión.

El origen del término parapensar tuvo lugar a los pocos días de empezar a reunir esas ocurrencias. Me parecieron frases ‘para pensar (el lenguaje)’ y por influencia del marketing en que vivimos inmersos, esa declaración de intenciones de la expresión ‘para pensar’ se fundió en una única palabra, se sustantivó y para nombrar la colección admitió el plural. Me resultó original, sonoro y sugerente, por lo que la cuestión de cómo llamar a aquellas cosas estaba resuelta. Esto sucedió a principios de 2006.

Como se puede ver, no fue un bautizo buscado, sino que vino solo. ¿En qué se diferencian de las greguerías, de los aerolitos, de los aforismos? Pues algunos de ellos en nada. Ahí tal vez el hecho de tener un nombre distinto pueda hacer pensar que lo que nombran también lo es. Nombrarlos de manera distinta en la práctica me sirve para reivindicar mi autoría sobre ellos (cosas del ego presuntuoso de los artistas...).

No me he parado a pensarlo seriamente, como digo, pero creo que hay tras ellos –aparte de la manifiesta dimensión lúdica- una intención reflexiva que pretende que el lector tome conciencia de cómo funciona el lenguaje y cómo puede tergiversarse, una pretensión de toma de conciencia lingüística que es posible que se deba a la mezcla de mis inquietudes artísticas (mi herramienta es el lenguaje) con la formación profesional (la filosofía, cuya nota característica es la reflexión y el vicio de plantear problemas). Creo que ni los aerolitos ni las greguerías persiguen esto. Esta distinción de intenciones no garantiza que yo haya conseguido alcanzarla o que otros autores, no persiguiéndola, la hayan llevado a cabo.

Tampoco me preocupa, es decir, no produzco parapensares con esa finalidad, sino que creo que los que se me ocurren, al menos para mí, la tienen, vienen ya con ella y no tengo que forzarlos para impregnarlos de ella. Otro motivo por el que no me preocupa es porque los parapensares son ocurrencias, que lo mismo me vienen a la cabeza recién acostado y tengo que levantarme para apuntarlas, que se me pueden ocurrir estando de copas con los amigos –y entonces las anoto en el móvil-. Son pequeñas chispas, iluminaciones breves, hallazgos que me salen al encuentro. No tengo un modo de producirlos. Vienen. Y sólo queda decir “me gusta” (lo guardo) o “no me gusta” (lo deshecho). Vienen y, sin tener receta para producirlos, no salen de la nada. Si no hubiera conocido las greguerías, seguramente no tendría parapensares. Es necesario estar alimentado de experiencias y conocimientos para poder producir y también hace falta una cierta predisposición.

Dicen que el fotógrafo ve la vida como si mirase desde el objetivo de una cámara aun sin tenerla delante; de forma parecida, yo tengo predisposición a mirar la realidad a través del lenguaje pero deteniéndome en detalles anecdóticos que es el lenguaje el que me los brinda. Es una actitud y fruto de esa actitud son los parapensares. Los parapensares son gestos que se producen en la relación entre realidad y lenguaje y yo me limito a levantar acta de esos gestos de los que soy testigo.

Para mí, por tanto, no hay método ni reglas, aunque pueden buscarse situaciones o crear circunstancias que faciliten el que puedan darse. Por ejemplo, leyendo greguerías, si la mente sintoniza con esos productos mentales y se acostumbra a ellos, le pueden resultar familiares y sin tener porqué conscientemente imitarlos, sí puede despertarse cierta predisposición a ‘pensar’ así, a buscar en la realidad el tipo de relaciones que entre las cosas se ponen de manifiesto en las greguerías. Ser receptivo a los tipos de ‘lógica’ que funcionan en esa clase de productos facilita la tarea de llegar a ser productor. Y son procesos que, para mí, no se pueden controlar minuciosamente desde la conciencia.

¿Qué considero un parapensar y qué no? Para pensar sirven muchas cosas, por lo que, no teniendo una definición estricta de parapensar que me sirva de criterio, resulta un poco difícil decir dónde está el límite de qué es y qué no es. A posteriori se pueden ver ciertos rasgos –que tampoco es necesario que estén presentes todos y cada uno en cada parapensar- que podrían darnos una ligera idea: hasta ahora los parapensares son breves; tienen una cierta intención metalingüística –no dejan de ser para pesar el lenguaje-; se sirven de juegos de palabras, aliteraciones, símiles y otras figuras literarias; algunos adaptan la forma de definiciones; otros son falsas atribuciones de frases célebres o consisten en frases célebres alteradas; también los hay que fingen ser etimológicos; etc.

Así pues, hay un fuerte componente de tergiversación y falsedad en ellos, pero no pretenden engañar: se espera que el lector reconozca en la tergiversación un guiño de complicidad. La complicidad es el acuerdo en la verdad de que el contenido del parapensar puede ser mentira. Es una constante puesta en cuestión de categorías desde una dimensión lúdica, desde una dimensión sin consecuencias reales –acaba el juego, volvemos a la realidad y todo parece seguir estando en su sitio-.

Y todo esto nos lleva –y ya termino- a otra forma de definir un parapensar –aparte de la biográfica que más arriba citaba. Hace pocos meses caí en la cuenta de que el término, como palabra compuesta que es, 'para + pensar', puede verse no como compuesto de preposición más infinitivo, sino que ese ‘para’ podría ser el prefijo griego que significa 'junto a', 'al margen de', 'contra', y que hallamos en términos como paracronismo, paráfrasis, paradoja, parafarmacia, parapsicología… Así, el término parapensar acoge ese matiz de pseudopensar, de antilógico.